Por: José Manuel Vecino P.*

En un entorno empresarial cada vez más competitivo, complejo y regulado, el informe de gestión emerge como una herramienta esencial para la sostenibilidad y el crecimiento de las organizaciones. Este documento no es simplemente un ejercicio administrativo; representa la narración estructurada de los avances, desafíos y oportunidades que enfrenta una empresa en la consecución de su propósito. Más allá de ser una obligación formal, el informe de gestión constituye una poderosa plataforma para el análisis estratégico, la toma de decisiones fundamentadas y la comunicación de resultados a todos los actores clave.

En esencia, el informe de gestión encapsula lo que ha sido, lo que es y, sobre todo, lo que aspira a ser una organización. Según Kaplan y Norton (1992), creadores del concepto de Balanced Scorecard, un seguimiento continuo y claro de los objetivos estratégicos permite alinear los esfuerzos individuales y colectivos hacia metas comunes. El informe de gestión, cuando se elabora con rigor y transparencia, se convierte en una extensión de esta filosofía, permitiendo que los líderes traduzcan la visión en resultados concretos y medibles.

Su importancia radica en tres aspectos fundamentales. En primer lugar, es un medio de rendición de cuentas hacia los accionistas, clientes, colaboradores y otras partes interesadas, quienes depositan su confianza en la capacidad de la organización para cumplir con su misión. En segundo lugar, sirve como herramienta de diagnóstico, permitiendo evaluar el desempeño en relación con los objetivos estratégicos establecidos. Finalmente, fomenta la transparencia y la confianza en un entorno donde estas cualidades son cada vez más valoradas tanto por los consumidores como por los mercados.

La estructura de un informe de gestión suele ser tan importante como su contenido. Aunque cada organización puede adaptarlo a sus necesidades, existen componentes básicos que aseguran una narrativa completa y coherente.

Entre ellos destacan:

1.     Visión y objetivos estratégicos: Este apartado establece el marco de referencia para evaluar el desempeño. ¿Qué se buscaba lograr? ¿Cómo se alinean estos objetivos con la misión y visión de la organización?

2.     Análisis del entorno: El informe debe contextualizar los resultados en el marco de las condiciones externas. Esto incluye análisis de mercado, regulaciones aplicables, y otros factores externos que hayan influido en el desempeño.

3.     Resultados financieros y operativos: Presentar los logros en cifras claras, pero también vincularlos con indicadores de desempeño no financieros, como satisfacción del cliente, eficiencia operativa o impacto ambiental.

4.     Gestión de riesgos y cumplimiento: Detallar cómo la organización ha identificado, mitigado y gestionado riesgos. Esto subraya la resiliencia y capacidad de adaptación frente a la incertidumbre.

5.     Proyección y planificación futura: Este componente es clave, ya que conecta los resultados actuales con las aspiraciones futuras. Aquí es donde los líderes pueden trazar el camino hacia objetivos ambiciosos, como los de 2025, estableciendo hitos intermedios y recursos necesarios.

Si bien el informe debe tener rigor técnico y ser suficientemente detallado para el análisis interno, también debe ser accesible para audiencias externas, que muchas veces no poseen un conocimiento técnico profundo de la industria. Aquí radica la importancia de una comunicación clara y orientada a las necesidades de cada público.

Pensando en 2025, es vital que los informes actuales comiencen a proyectar metas a mediano plazo que no solo respondan a las demandas actuales del mercado, sino que también sean coherentes con las megatendencias globales. La sostenibilidad, la transformación digital, y la inclusión social no son solo modas pasajeras; son expectativas in las que las empresas deben posicionarse con liderazgo. Un informe de gestión bien elaborado puede no solo demostrar que la organización está a la altura de estas demandas, sino que también es proactiva en su adaptación y evolución.

La invitación es a utilizar el informe de gestión no como un fin, sino como un medio para construir mejores organizaciones. Los líderes y gerentes deben verlo como un instrumento para el aprendizaje continuo y la mejora, para cerrar brechas y anticiparse a los desafíos. En palabras de Drucker (1954), «Lo que no se mide no se gestiona». Si bien los números son fundamentales, lo que realmente mide el éxito de una organización es su capacidad para cumplir con su propósito, inspirar confianza y generar valor sostenible.

Los objetivos que cada empresa trace para 2025 serán únicos y dependerán de su contexto, pero lo que compartimos todas las organizaciones es la responsabilidad de gestionarlos con integridad, visión y una mentalidad orientada a la acción. Si cada informe de gestión que elaboramos nos acerca un poco más a este ideal, entonces estamos avanzando en la dirección correcta.

 

*José Manuel Vecino P. Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana, Gerente de Gestión Humana, Consultor empresarial y Docente Universitario.